X - La sal, patrimonio de la Humanidad. Dole y la vuelta a casa


Nos ponemos en marcha hacia Arc-et-Senans. La salina real de Arc-et-Senans, también patrimonio de la Humanidad, es un conjunto armonioso de edificios construidos en el siglo de las Luces. Ocupa una gran superficie formando un semicírculo.   
 
 
Es diseño de Claude-Nicolas Ledoux, arquitecto de Luis XVI, fue construida con el objetivo de extraer la sal, mediante el calor producido por la quema de la madera del cercano bosque de Chaux que calentaba la salmuera hasta evaporar el agua quedando el residuo salino. La salmuera era conducida desde Salins-les-Bains por un canal, salmueraducto, de 21 km de largo.
 
Todos los edificios, fuera cual fuera su destino, tienen la misma decoración. Desde la casa del director hasta las viviendas de los trabajadores.



 
 
 
 
 
Satisfechos de haber visitado esa maravilla nos dirigimos hacia Salins-les-Bains, cuya mina de sal también es Patrimonio de la Humanidad, y desde donde se llevaba la salmuera hasta la salina real para la obtención de la sal. Hoy en día Salins-les-Bains es una ciudad balneario en la que se explota el yacimiento de salmuera con fines sanitarios.

Nos instalamos en el camping municipal, pequeño y familiar. ¡No dispone de sistema alguno para vaciar los depósitos de aguas grises! (las que salen por nuestro fregadero y nuestra ducha después de usarse).

Salins-les-Bains está en un valle rodeado de farallones calizos que están poblados de fortificaciones militares para la defensa de la mina de sal, propiedad real. Hay que recordar la importancia de la sal, hasta la invención de los frigoríficos, como conservante de los alimentos. Por ella se pagaban impuestos y la palabra salario procede del pago en sal a los trabajadores.

La noche del 13 de julio en Francia se lanzan fuegos artificiales como prolegómeno a la celebración de la Fiesta Nacional del 14 de julio en conmemoración de la toma de la Bastilla. Hemos pasado bastantes noches de los fuegos en Francia, ésta ha sido la mas decepcionante, triste y pobre de todas. ¿Los recortes de la crisis?.
 
14 de julio
Visitamos las salinas. En primer lugar, junto a la maqueta de la explotación, la guía explicó la evolución de las técnicas de extracción de la sal, luego descendimos a la galería subterránea, una verdadera catedral bajo tierra, se pueden ver los diferentes mecanismos utilizados para subir la salmuera desde el yacimiento.

 
En la planta superior están los hornos en los que mediante el calor procedente de la combustión de la madera o el carbón se evaporaba el agua dejando el residuo del oro blanco: la sal. Las jornadas de trabajo eran de 12 horas en unas condiciones inhumanas. La mina se mantuvo abierta hasta 1962, fecha en la que se abandonó la explotación por anti-económica.

A la salida recorrimos el resto del pueblo, que está surcado por el río Furiese, nos asomamos a los puentes y vimos que había muchas truchas. Lástima que esté vedado, justo en el pueblo.
 
Vimos unos curiosos puentes con tejado que dan acceso a las casas, nos recordaron a los puentes de Madison, archifamosos por la película de Clint Eastwood, salvando las distancias y sobre todo las dimensiones pues estos son mucho más pequeños.


Dada la cantidad de truchas que se veían en el río me entraron ganas de pescarlo, animado por Tere pregunté en el bar donde vendían los permisos cuales eran los tramos pescables. Antes de comprar el permiso recorrimos el río buscando los posibles accesos.
 
En los 8 kilómetros que recorrimos no encontramos ningún acceso potable. Para bajar al cauce hace falta una escalera o ir acompañado de un escalador, así que renuncié a la pesca. En uno de los aparcamientos al borde del río, había una pradera llena de flores verdaderamente preciosa.
Menos mal que la experiencia en ríos anteriores me hizo no comprar el permiso sin inspeccionar antes el tramo que se puede pescar.
 Volvimos al camping y pasamos un buen rato conectados a internet.
 
15 de julio
El siguiente y último destino del viaje fue Dôle bella ciudad del departamento del Jura bañada por el omnipresente río Doubs.
Éste en su tortuoso recorrido de 430 km. fluye primero en dirección noreste, penetra en Suiza, vuelve a Francia, gira 180º y termina vertiendo sus aguas en el Saona, afluente del Ródano, en dirección suroeste.
 
La llegada a Dôle fue complicada, nuevamente unas obras y la mala señalización nos complicaron mucho el acceso al aparcamiento que teníamos referenciado. Seguíamos las indicaciones y de pronto desaparecían. Veíamos el aparcamiento, pasábamos a 100 mts de él, pero no había manera de acceder. Por fin al tercer intento lo conseguimos y nos instalamos a la sombra de unos grandiosos plátanos. Había otras autocaravanas aparcadas, la mayoría en perpendicular al bordillo, aunque también había alguna en diagonal. Como había bastante sitio optamos por ponernos sesgados para tener más sombra. Antes de comer nos fuimos a buscar la oficina de turismo, que nos costó bastante encontrar, por fin la hallamos y entramos minutos antes de que cerraran al famoso midi. Nos dieron un folleto en español en el que proponen un recorrido por la ciudad siguiendo al gato colgado (unas chapas de metal en las aceras con la silueta de un gato. El nombre viene del título de un cuento de un famoso escritor local). Antes de salir de la oficina se nos dirigió un hombre hablando en nuestro idioma y nos contó que tiene una vivienda en Las Rozas de Madrid.

Comimos y empezamos a oír voces en la autocaravana aparcada cerca de la nuestra, había una fuerte discusión, de entre las voces sobresalía la de una mujer muy enfadada. Nos echamos la siesta y las voces seguían. Golpearon nuestra puerta un par de veces, pero nos hicimos los sordos y no abrimos. Pensábamos que la discusión y el cabreo venía por nuestra forma de aparcar, pero como había bastante sitio no quisimos hacer caso. Lo que si que comprobamos es que había aparcado algún coche que nos impedía la salida si quisiéramos partir en ese momento. Después de la siesta abrimos la puerta y la mujer que estuvo tan indignada se nos acerca y muy educadamente nos pregunta que si vamos a pernoctar allí o nos vamos a ir. Le decimos que nos quedaremos, y nos damos cuenta de que al parecer la discusión era con los del coche porque nos podían impedir la salida. No nos quedó muy claro de todas maneras el motivo de su cabreo, dos cosas si son ciertas: Nos amargó la siesta y se calmó cuando supo que nos quedaríamos allí.

Comenzamos la visita a Dôle,bajo un sol de justicia, por una zona con canales conocida como la pequeña Venecia, otra más con ese sobrenombre, al margen del manido nombre el lugar es realmente bonito. 
 
 
Subiendo cuestas llegamos hasta la catedral, que visitamos con detenimiento, tiene rincones muy bellos. Había un personaje muy curioso algo contrahecho que me recordó a Quasimodo. Se acercaba a los visitantes, parecía que los vigilaba detrás de las columnas. Quizás fuera el sacristán u otro espontáneo que quería enseñar los tesoros de la catedral. A nosotros nos daba grima su presencia y le eludíamos cada vez que iniciaba su acercamiento.

A la salida recorrimos las calles siguiendo la ruta del gato colgado.
En estas calles hay muchas mansiones renacentistas, en una de ellas convertida en casa de vecinos entramos a contemplar su maravillosa escalera.
 
El calor apretaba de lo lindo, buscando las sombras llegamos a un hermoso parque en el que hay una escultura homenaje a Pasteur, natural de Dôle. Teníamos sed y buscamos una terraza sombreada en la que refrescarnos, nos sentamos en una mesa y la camarera pasó varias veces a nuestro lado, atendió a otros clientes que llegaron después y a nosotros nos ignoró. Debíamos ser transparentes. Con las mismas nos mudamos a otra terraza vecina y allí nos atendió una señora encantadora, cuando fui a pagar me di cuenta de que me había dejado la cartera en Austral, así que me tocó ir a buscarla. La ida fue rápida pues era todo cuesta abajo, pero claro la vuelta era todo lo contrario, así que cuando regresé me tomé otro refresco para recuperar el resuello.
 
Continuamos la ruta del gato, la torre de la catedral con su enorme altura nos sorprendía en cada esquina.
 
La engañifa del día fue de las malas. El folleto de turismo hablaba de un bello claustro abierto todos los días hasta las 9 de la noche, era el punto más alejado del recorrido. Cuando llegamos sobre las 7 estaba cerrado a cal y canto.

Estábamos bastante cansados pero aún nos quedaban cosas por ver y decidimos no dejar nada para mañana y así poder emprender el regreso a buena hora y llegar hasta el mediterráneo para darnos un refrescante baño.

De entre las muchas cosas interesantes que vimos nos llamó especialmente la atención el larguísimo balcón a tres fachadas del Hôtel-Dieu. Al final de cada viga que sujeta el balcón hay labrada una figura, las hay de animales (un verdadero bestiario), de humanoides, de plantas, combinaciones de varias caras en una sola, etc. El conjunto es una verdadera exposición de escultura.


El Hôtel-Dieu también dispone de una farmacia antigua, pero nuevamente los raros horarios de visita nos impidieron verla. Habrá que montar un monográfico por la región para ver las farmacias.

Muy cansados regresamos a la autocaravana, descartamos hacer la subida nocturna a la torre de la catedral, eran demasiados peldaños para nuestra agotadas piernas. Lo que si hicimos ya a la caída del sol fue caminar lentamente hacia el canal navegable, llegamos hasta la primera exclusa y sus remansadas aguas nos regalaron una última imagen de postal de Dôle.

 
16 de julio
Comienza el regreso, el primer tramo hasta Bourg-en-Bresse lo hacemos por la autopista. De Bourg a Lyon decidimos hacerlo por la rectilínea D1083, son bastantes menos kilómetros y se circula bordeando algunas lagunas de los cientos que hay en la zona de Dombas, un paraíso natural para las aves que habrá que visitar con detenimiento en otra ocasión. Al llegar a Lyon nos incorporamos a la autopista y comenzamos a devorar kilómetros camino del sur. El calor nos acompaña todo el camino y al entrar en la Provenza comenzamos a escuchar el característico chicharreo de las cigalas (como llaman los franceses a las chicharras). El depósito de carburante estaba bajo mínimos, pero no queríamos pagar el gas-oil a precio de autopista, unos 20 cts/lt más caro que en algunas gasolineras del interior. Por fin con la reserva encendida desde unos cuantos kilómetros atrás encontramos una Total como las que ya conocíamos de todo el viaje y llenamos el depósito. El precio era más barato que en España, como pudimos comprobar al día siguiente.

Llegamos al área exterior del camping de Carnon, nos instalamos y nos fuimos a la playa a darnos un reconfortante baño. Luego caminamos hasta el centro de la población, en realidad un puerto deportivo rodeado de comercios y terrazas. Nos sentamos en una y tomamos una cerveza que nos sirvieron sin aperitivo, a diferencia de otras mesas donde si ponían un cuenquito con patatas fritas.

A estas alturas del viaje no nos quedaban ganas de ponernos a reclamar el aperó en francés, quizás fuera porque mañana, al otro lado de la frontera, ya nos pondrían algo con las cervezas.

17 de julio
La noche ha sido de las peores del viaje, hubo tormenta a primera hora y la circulación de la carretera vecina no cesó en toda la noche. Nos levantamos temprano y nos fuimos a la playa a darnos un reconfortante baño. Después de recoger nos ponemos en ruta hacia España, calor y viento por la autopista como casi siempre por esa zona. Entramos en Cataluña a primera hora de la tarde y ponemos rumbo a nuestro lugar secreto en la costa catalana. Como cruzamos la frontera al après-midi y ya no estábamos en Francia había poca circulación. Aparcamos, nos dimos un baño y luego un largo paseo. Tomamos una cervecita, con su aperitivo, en una terraza y luego cenamos sardinitas y otros manjares patrios en otra terraza de la que ya somos asiduos clientes. Los camareros son amables y muy eficaces. Si no supiéramos en que país estábamos enseguida lo descubriríamos por un hecho tan simple como que en las mesas hay servilleteros. En el extranjero solo te dan una servilleta si comes algo. Un rico helado, que paseamos junto a la playa fue el estupendo postre a una tarde de reencuentros. Por la noche se desató una tormenta con lluvia y aparato eléctrico que duró 2 horas.

18 de julio
Amanece nublado, nos vamos a comprar marisco, lo cocemos y después a la playa, comida tempranera con las gambas, jamón de bellota, foie-gras, queso Comté y una botella de Champagne que compramos en Besançon y que esperaba en el frigorífico la ocasión de ser consumida. Siesta, baño y ducha después de la digestión. En un chalet junto al que estábamos aparcados estuvo sonando el hilo musical unas cuantas horas y una mujer mayor salía cada poco tiempo a mover su Nissan Micra unos metros adelante o unos metros hacia atrás. Gente rara hay en todas partes.

A media tarde nos ponemos de camino, la idea era llegar a dormir al área de Santa María de Huerta o en su defecto a la de Calatayud, que ya conocíamos de la vuelta de la calçotada con nuestros amigos de Cambrils del mes de febrero de este año.

La bombona de gas había aguantado todo el viaje, el temor que surgió al agotarse la otra allá por el 17 de junio afortunadamente se quedó en solo en el susto. El haber hecho uso de los campings más veces de las previstas contribuyó a estirar la bombona. Encontramos una gasolinera para reemplazarla y como la que habíamos estado consumiendo estaba casi agotada decidimos cambiarla también en una gasolinera Cepsa después de pasar Zaragoza que ya hemos utilizado en otras ocasiones.

Estábamos algo cansados así que optamos por quedarnos en Calatayud. Nada más abandonar la autovía comenzamos a escuchar un fuerte ruido al tomar las curvas que nos alarmó. Afortunadamente al ir a encender el gas para calentar agua comprobé que el ruido era producto del roce del cabezal de la bombona contra la puerta del compartimento de las bombonas. Al hacer el cambio en la gasolinera no enganché el cabezal y con las curvas se desplazó produciendo el sonido que nos asustó. Dimos un garbeo corto para estirar las piernas y a dormir.
 
19 de julio
Regreso a Madrid con mucho calor y con la paliza de trasladar todo el equipaje de la auto-caravana al coche y después subirlo a casa, ésta era un horno.

Ha sido más de un mes de un hermoso y placentero viaje en el que hemos disfrutado de paisajes, obras de arte, buenas compañías, momentos inolvidables y otros para el olvido (aunque de éstos afortunadamente ha habido muy pocos) y en el que entre otras cosas hemos descubierto las engañifas.

3 comentarios:

  1. Muy bonito relato, me ha entretenido mucho
    Enhorabuena

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  2. Por fin he podido leer el relato del viaje. Lo he hecho de un tirón y con una envidia increíble. Al igual que vosotros, suelo hacer una combinación de ciudades y naturaleza. Viendo las fotografías de las cascadas he pensado : "ahí quiero ir yo". No se si finalmente encontraré un momento para hacerlo. Si no es así, al menos hoy he estado un rato viajando con vosotros. Un saludo!

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  3. Ya podéis hacerles la competencia a los de la guía de trotamundos (¡lo comprobamos en Bourg!). Resulta muy agradable compartir ese viaje con vosotros y más aún con el frío que hace ya por "la France".
    A ver si os metéis menos con los franceses y sus costumbres...
    Muchísimas gracias y besotes. Marie

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